Los dos grandes perdedores del proceso electoral federal que termina, fueron sin duda el PRD y el PRI, pues el primero perdió su registro y desaparecerá del mapa político electoral del país, y el segundo sigue en caída libre perdiendo espacios electorales y ya se prevé también su desaparición en el futuro inmediato.
Sus militantes y simpatizantes exigen a gritos que sus líderes Jesús Zambrano Grijalva y Alejandro Moreno Cárdenas, renuncien al cargo ante su pésima conducción y resultados.
También la sociedad les marcó un alto y también exige poner fin al sistema tradicional de partidos y en su lugar buscarán establecer un nuevo partido con una cara y puede ser la Marea Rosa que en estas elecciones federales encabezó Xóchitl Gálvez, es decir, la sociedad civil que ya está harta de ver las mismas fichas, cartas y caras de los políticos de siempre.
A 35 años de su fundación, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) cayó al fondo del precipicio electoral y al cierre final del conteo de votos en los 300 Distritos Electorales la votación nacional no le favoreció siquiera con el 3 por ciento y se confirmó su desaparición.
En un intento de “derecho al pataleo”, como se dice en el ambiente político, su dirigente Jesús Zambrano Grijalva solicitó al Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) la posibilidad del recuento nacional de votos para ver si alcanzaba a rescatar algunos y evitar la desaparición del Sol Azteca, pero le fue negada esa petición, pues los consejeros consideraron que ya estaba demás.
Es más, el PRI sigue viniendo de más a menos al continuar perdiendo terreno electoral, como volvió a suceder en estas elecciones federales, y su militancia sigue reclamando a Alejandro Moreno qué hace ahí, pues desde que llegó no ganó una sola elección, las gubernaturas las perdió todas; y por primera vez en 96 años de vida del otrora partidazo, en esta ocasión llegó sin candidata (to) propio a la Presidencia de la República.
A partir de hoy, sólo podremos recordar que, en el caso del partido del Sol Azteca, fue cuna de muchos de los liderazgos de Morena, entre ellos el presidente Andrés Manuel López Obrador y las ganadoras de la contienda, Claudia Sheinbaum y Clara Brugada, como presidenta de la República y jefa de Gobierno de la CDMX, respectivamente, pero que perdió el músculo político que lo llevó a desbancar al PRI en la capital hace más de 25 años.
La última desbanda en enero pasado anunciaba el principio de la hecatombe de la formación política fundada el 5 de mayo de 1989 por figuras como Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo (finado), entre otros.
En menos de 12 horas, tres legisladores renunciaron a las filas perredistas: Luis Espinosa Cházaro, coordinador en la Cámara Baja; Marcelino Castañeda y Laura Fernández. Con ello, la ya disminuida bancada amarilla, de apenas 15 integrantes, equivalentes al 3% del legislativo, se redujo a 12.
En ese momento el dirigente perredista, Jesús Zambrano, optó por minimizar las renuncias. Los perredistas que abandonaban el barco lo acusaron de entregar las candidaturas al PAN y PRI como parte de la coalición opositora, dejando fuera a los liderazgos del perredismo, pero asegurando su propio lugar en el legislativo.
Hoy la crisis amenaza con dejar al partido sin registro cuando hace un mes celebraba 35 años de vida (5 mayo 1989).
“Como PRD estamos orgullosos de haber abierto la brecha para que en México hubiera una democracia madura que hoy está en riesgo de retrocesos”, fue la publicación de Zambrano el 5 de mayo en su cuenta de X, antes Twitter.
En los últimos nueve años, la formación se ha ido disminuyendo devorada por las llamadas tribus que han sido responsabilizadas de la caída. Nueve años atrás, en 2015, inició la precarización, cuando tres años antes López Obrador ponía su renuncia en la mesa del partido que fundó, dirigió y que por partida doble lo llevó a competir por la presidencia de México, en 2006 y 2012.
La primera desbandada se produjo en ese momento, en septiembre de 2012. El hoy presidente mexicano dejó atrás 23 años de militancia para fundar Morena, primero como organización, luego como partido. Muchos siguieron al tabasqueño: Pablo Gómez, Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard, Rosa Icela Rodríguez, Sheinbaum y Brugada, entre muchos más.
De ahí comenzó una guerra entre el mandatario y los liderazgos que se quedaron en su antiguo partido, el grupo conocido como Los Chuchos (Jesús Ortega y Jesús Zambrano).
La firma del llamado Pacto por México en diciembre de 2012, luego de la elección que no le fue favorable a López Obrador, terminó por romper los lazos, aunque la estructura del PRD ya se había transfigurado del amarillo al guinda obradorista, que no tardó en obtener registro como partido.
Los líderes nacionales del PRI, PRD y PAN (las fuerzas políticas tradicionales) y el recién electo presidente, Enrique Peña Nieto, posaban para la foto mientras suscribían el llamado Pacto por México, un acuerdo inédito entre todos los partidos para abrir la puerta a un ambicioso paquete de reformas del gobierno priista recién elegido.
Las confrontaciones continuaron el tabasqueño criticaba que la dirigencia del Sol Azteca dejaba de estar a la altura de las circunstancias del país.
Camino a las elecciones de 2018, López Obrador lanzó un ultimátum al PRD, PT y MC: declinar en las elecciones de 2017 por los candidatos de Morena en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz o, de lo contrario, no habría acuerdo para ir en coalición en las presidenciales.
No obtuvo respuesta. Después de eso, su triunfo electoral terminó de cerrar las puertas del partido al que le pedía romper con el priismo. “Si quieren la unidad para 2018, que ya se deslinden del PRI, que se deslinden de Enrique Peña Nieto en el Estado de México”, declaró en mayo del 2017.
En 2022, los líderes del PAN y del PRI acordaban una alianza histórica con el PRD. “¡Hay tiro para el 24, les vamos a ganar!”, sentenciaron Marko Cortés, Alejandro Moreno y Zambrano, respectivamente.
La naciente coalición opositora Va por México pretendía unir fuerzas para enfrentar a Morena en los comicios de 2024. Este domingo su pronóstico se derrumbó con los resultados que sentenciaron al PRD a su muerte política: su desaparición como partido político.
Por Abel López Jiménez