¿Qué hay detrás de la sonrisa del asesino serial de Iztacalco?

Miguel “N” quien es acusado del feminicidio de la joven María José Castillo, de 17 años, presuntamente también es responsable de 7 víctimas más: Amairany (31 años), Frida Sofía (32 años), Viviana Elizabet (37 años), Norma Elena (41 años), Cintia Vanesa (39 años), Laura V (33 años) y Claudia Andrea (36 años). La @FiscaliaCDMX de desaparecidos nunca las halló. Hoy la @PDI_FGJCDMX busca cómo identificarlas.  

¿ Qué hay detrás de la sonrisa de éste asesino serial? 

No existe una enfermedad mental específica que cause que los asesinos en serie sonrían cuando se les acusa de sus crímenes. Sin embargo, hay una serie de posibles explicaciones psicológicas para este comportamiento: 

1. Mecanismo de defensa: Sonreír puede ser un mecanismo de defensa inconsciente que utilizan los asesinos en serie para hacer frente a la ansiedad, el estrés o la culpa. Al sonreír, pueden tratar de proyectar una imagen de calma y control, incluso cuando se enfrentan a acusaciones graves. 

2. Búsqueda de poder y control: En algunos casos, la sonrisa de un asesino en serie puede ser una forma de ejercer poder y control sobre la situación. Al sonreír, pueden tratar de minimizar la gravedad de sus crímenes o deshumanizar a sus víctimas. 

3. Falta de empatía: Los asesinos en serie a menudo carecen de empatía y remordimiento por sus crímenes. Como resultado, es posible que no sientan la misma vergüenza o contrición que una persona normal sentiría al ser acusada de un asesinato. 

4. Disfrute sádico: En algunos casos raros, un asesino en serie puede realmente disfrutar el dolor y el sufrimiento de los demás. En estos casos, la sonrisa puede ser una expresión de placer sádico. 

Es importante tener en cuenta que estas son solo algunas de las posibles explicaciones psicológicas para el comportamiento de sonreír cuando se acusa a un asesino en serie. Cada caso es único y la motivación detrás de la sonrisa puede variar de un individuo a otro. 

Lo cierto es que es indignante y desconcertante la sonrisa de Miguel “N”. 

Por Luis Martínez Alcántara.