Por Luis Martínez Alcántara
Donald Trump está a horas de asumir su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, marcando un regreso histórico al poder tras derrotar a Kamala Harris en las elecciones de 2024. Su investidura genera expectativas y tensiones globales. Trump llega con una agenda cargada de promesas que incluyen deportaciones masivas y medidas económicas proteccionistas, lo que ha despertado incertidumbre entre migrantes y socios comerciales.
El panorama mundial enfrenta desafíos significativos con el regreso de Trump. Su enfoque combina aislacionismo y ambiciones imperialistas, lo que podría alterar alianzas internacionales clave. Además, su negacionismo climático y políticas comerciales agresivas podrían intensificar tensiones globales, afectando desde el cambio climático hasta las relaciones con México y Canadá. Este contexto plantea interrogantes sobre la estabilidad en un mundo ya polarizado.
Entre los principales objetivos de Trump destaca reforzar el control migratorio mediante órdenes ejecutivas inmediatas. También busca reactivar aranceles contra socios comerciales y promover su visión de “América primero”. Estas medidas, junto con posibles indultos a figuras controvertidas, reflejan su intención de ejercer poder desde el primer día. Para Trump, consolidar su base política es clave para mantener apoyo interno frente a críticas internacionales.
La incertidumbre prevalece entre los migrantes en Estados Unidos, quienes temen redadas inmediatas tras su juramento. Las comunidades más vulnerables enfrentan un futuro incierto bajo políticas que priorizan deportaciones masivas. Este clima de temor contrasta con el apoyo ferviente de sus seguidores, quienes ven en Trump un líder que cumple sus promesas sin titubeos.
El mundo observa con atención este nuevo capítulo en la política estadounidense. La administración Trump promete ser decisiva no solo para Estados Unidos, sino para el equilibrio global. Mientras algunos celebran su retorno, otros temen un aumento en la polarización y conflictos internacionales. La pregunta clave es si este mandato marcará un cambio duradero o profundizará las divisiones existentes.